lunes, 30 de mayo de 2016

UNIDAD 1:



LA ANDRAGOGÍA COMO CIENCIA 

DE LA EDUCACIÓN DE ADULTOS



Aprender implica un cambio permanente que se produce a lo largo de la vida del que aprende. En este sentido, la educación de adultos es concebida como un proceso continuo que consiste en adquirir conocimientos sobre el mundo que nos rodea y utilizar la experiencia pasada para organizar una nueva representación de esos conocimientos e integrarlos en nuestra vida.

El aprendizaje involucra no sólo las capacidades cognitivas del ser humano, sino también las psíquicas, afectivas y sociales. Cada uno de nosotros aprende según su origen, su edad, su herencia, su pasado y su capacidad de comprender el mundo que le rodea.

De esta manera, los nuevos conocimientos establecerán relaciones con la información anterior, obteniendo nuevos significados y nuevas respuestas. Solo así los nuevos conocimientos podrán producir un efecto sobre el conjunto de nuestra personalidad, cambiando nuestra percepción, comportamiento y cuyo resultado será una nueva toma de conciencia. 

A diferencia de los niños, los adultos tienen conciencia de sus necesidades educativas, son lo suficientemente maduros como para seleccionar los medios para educarse y decidir de qué forma desean hacerlo. Además, están adecuadamente experimentados a través de la vida y el trabajo, lo cual les permite razonar y aplicar conocimientos particulares a su experiencia, para ser capaces de escoger cuándo y dónde estudiar y aprender, pudiendo medir los costos de dicho aprendizaje. Frente a esto, no solamente es el educador o tutor quien debe modificar sus prácticas tradicionales de enseñanza y adaptarlas al estudiante adulto, sino que también este último debe adaptarse a esta nueva situación y pasar de un rol pasivo, de receptor de información a un rol mucho más participativo y activo, convirtiéndose en el centro y en el responsable de su propio proceso de aprendizaje. 

Esto último determina el sentido profundo de la función que cumplen los tutores en educación a distancia convertirse en facilitadores y favorecedores de un proceso de aprendizaje que será llevado a cabo por el propio estudiante adulto experimenta la necesidad desconocer o ser capaz de realizar algo de manera más efectiva; ha alcanzado un grado importante de autonomía y, en función de ella, es capaz de tomar a su cargo variados aspectos del aprendizaje. Además, el adulto toma sus decisiones, hace elecciones y asume la responsabilidad de ello. Este aspecto es el que determina su rol como participante activo y como centro de su proceso de aprendizaje.

El adulto posee experiencias que constituyen un recurso importantísimo para su proceso de aprendizaje, pues sirven como referente para relacionar los nuevos conocimientos. Siempre debe considerarse el hecho que el adulto no es un papel en blanco y que, por el contrario, se enfrenta a esta situación de aprendizaje con mucha información y conocimientos adquiridos que, de una u otra manera, se confrontan con las nuevas informaciones que va recibiendo.
La capacidad y la motivación del adulto para aprender se la relaciona con condiciones como por ejemplo exigencias de trabajo, elevar la autoestima, obtener el reconocimiento de otros o mejorar la calidad de vida, entre otros aspectos. El adulto que se incorpora a un proceso de aprendizaje sabe lo que quiere y lo que necesita por lo que su interés en aprender influye positivamente en el desarrollo del proceso.

El adulto tiene necesidades propias y, por lo tanto, percibe la utilidad del aprendizaje en una aplicación inmediata. Es de vital importancia que el estudiante adulto sienta desde el comienzo de su proceso de aprendizaje que sus necesidades serán satisfechas, es decir, que dicho proceso será capaz de proporcionarle aquello que busca. El adulto mira la formación como un camino para mejorar su capacidad de resolver problemas y afrontar el mundo actual. Para el adulto que aprende adquiere gran valor el hecho que su aprendizaje esté centrado en las actividades propias de su vida, sean éstas de tipo laboral o personal. En consecuencia, lo más apropiado para el aprendizaje de este tipo de estudiante es incluir actividades y ejemplos de situaciones reales, de modo que pueda analizarlas y vivirlas de acuerdo con su proyecto personal de vida y con las experiencias acumuladas. Sólo bajo estas condiciones, el proceso de aprendizaje cobra gran importancia y se hace significativo para el adulto.







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